lunes, 24 de agosto de 2009

Fallece el ginecólogo José Javier Salvà al precipitarse desde el balcón

SUCESOS | Era familiar del guardia civil asesinado Diego Salvà

Fallece el ginecólogo José Javier Salvà al precipitarse desde el balcón

Imagen de archivo de José Javier Salvà. E. M.

Imagen de archivo de José Javier Salvà. E. M.

MANUEL AGUILERA / Palma El prestigioso ginecólogo José Javier Salvà Garau murió en la madrugada de ayer domingo al precipitarse desde el balcón de su domicilio, un quinto piso en la calle Islandia de San Agustín, en Palma. Los efectivos sanitarios que se personaron en el lugar no pudieron reanimar a la víctima que ya había muerto cuando llegaron, así que la autoridad policial tuvo que asegurar la zona para que el juez procediese al levantamiento del cadáver. Tras el incidente activó su protocolo de emergencia así como un psicólogo de guardia para atender a sus familiares.

La Policía ha abierto una investigación y por el momento no descarta ninguna hipótesis. Sus compañeros de profesión se encontraban ayer consternados y no daban crédito a lo que había ocurrido. Esperan que la autopsia de su cuerpo pueda ayudar a esclarecer los hechos.

El doctor Salvà, de 55 años, era una persona muy popular por ser uno de los mejores ginecólogos de Baleares. Fue el primero de la comunidad en realizar una fecundación in vitro. Actualmente tenía su consulta en la Policlínica Miramar y era colaborador del periódico sanitario Salut i Força. Recientemente había impulsado un programa pionero con su mujer, Mar Gayú, llamado «Comparte a tu hijo antes de nacer», que estaba teniendo mucho éxito.


sábado, 22 de agosto de 2009

OPORTUNIDAD DE TRABAJO:

OPORTUNIDAD DE TRABAJO:

Un recién parado se presenta a la Oficina del INEM de Sevilla, buscando
empleo, y ve un anuncio en un stand en el que se solicita un "Asistente
para Ginecólogo".

Medio interesado se acerca al que atiende: ¿Me puede dar más detalles
acerca de este puesto?

El empleado revisa sus archivos y dice: ¡Ah! sí, aquí está.

El empleo requiere que se prepare a las damas para su examen con el
ginecólogo.

Debe ayudarles a desnudarse, lavar con delicadeza sus partes íntimas,
aplicar espuma y rasurarles con cuidado el vello púbico, y después untarles con aceites suavizantes las ingles y los senos para que las revise el doctor.

Pero, se ofrece un sueldo mensual para empezar apenas de solo 1.000 €, y si le interesa hay que ir hasta Malaga.

No hay problema, interrumpe el muchacho, trabajar en Malaga es como
trabajar en Sevilla.

El trabajo es aquí en Sevilla, gilipollas, lo que pasa que la fila de
solicitantes ya va por Malaga.

viernes, 21 de agosto de 2009

EL PENE PIDE AUMENTO DE SUELDO

EL PENE PIDE AUMENTO DE SUELDO


Yo El Pene, Pido Aumento De Salario Por Las Siguientes Razones:
v Ejecuto Trabajo Físico.
v Trabajo A Grandes Profundidades.
v Trabajo De Cabeza.
v No Gozo De Descanso Semanal, Ni Días Festivos.
v Trabajo En Un Local Extremadamente Húmedo, Oscuro Y Sin Ventilación.
v No Me Pagan Horas Extras Ni Nocturnidad.
v Trabajo A Altas Temperaturas.
v Trabajo Expuesto A Enfermedades Contagiosas.

RESPUESTA DE LA ADMINISTRACIÓN :


Después De Lo Planteado Por El Solicitante Y Considerando Los Argumentos Expuestos, La Administración Rechaza Las Exigencias Del Mismo Por Las Siguientes Razones:

Ø No Trabaja 8 Horas Consecutivas.
Ø Se Duerme En El Puesto De Trabajo Después De Una Actividad Laboral.
Ø No Siempre Responde A Las Exigencias De La Jefatura.
Ø No Siempre Es Fiel A Su Puesto De Trabajo, Se Mete En Otros Departamentos.
Ø Descansa Mucho, Antes De Tiempo.
Ø No Tiene Iniciativa Para Que Trabaje Hay Que Estimularlo Y Presionarlo.
Ø Descuida La Limpieza Y El Orden Del Lugar Al Terminar La Jornada De Trabajo.
Ø No Siempre Cumple Con Las Reglas De Uso De Los Medios De Protección E Higiene Del Trabajo.
Ø No Espera A La Jubilación Para Retirarse.
Ø No Le Gusta Doblar Turnos.
Ø A Veces Se Retira De Su Puesto De Trabajo Cuando Aun Tiene Faena Pendiente.
Ø Y Por Si Fuera Poco Se Le Ve Entrar Y Salir Constantemente Del Puesto De Trabajo Con Dos Bolsas Sospechosas

Ø Envía Este Chiste A Tus Amigos. Si No Lo Envías Tu Buen Humor Se Convertirá En Un Muy Mal Humor. Jajajajaja

El hombre de los trasplantes de manos


Por las manos del doctor Pedro Cavadas pasan los casos más sorprendentes.
Por las manos del doctor Pedro Cavadas pasan los casos más sorprendentes.

LAS MANOS DE DIOS EN LA TIERRA
El hombre de los trasplantes de manos

Su afán de reconstruir cuerpos le ha llevado por caminos inexplorados como cambiar el pulgar de sitio en una mano o devolver el pene a niños mutilados.


“Hace falta valentía para hacer este tipo de cosas”, reconoce.
“Hace falta valentía para hacer este tipo de cosas”, reconoce.

Cavadas posa con parte de su equipo.
Cavadas posa con parte de su equipo.

[foto de la noticia]

[foto de la noticia]

Por Elena Pita. Fotografías de Chema Conesa


El valenciano pedro cavadas, 41 años, se gasta lo que gana en operar gratis total en áfrica. tan convencido está de su labor, que ha vendido su coche deportivo y se niega a operar «de estética». En agosto sus manos milagrosas viajarán a kenia, y en invierno a uganda. nunca se viste de médico.

Por Elena Pita. Fotografías de Chema Conesa Virginia Cavadas persigue esta tarde a su hermano Pedro por las salas de la clínica. Lleva en la mano la foto y el historial médico de un bebé de seis meses que nació sin una mano, apenas unos bultitos de carne quisieron salir de aquel brazo aún diminuto.

Se lo envían desde un pequeño pueblo de Italia. La noticia sobre las proezas del doctor Pedro Cavadas (Valencia, nov. 1965) y su fundación han recorrido el mundo este último curso: realizó el primer trasplante de dos manos (primer caso en el mundo que se practica a una mujer, manca desde hacía 28 años), invirtió y reimplantó la mano derecha en la izquierda de un hombre manco y paralizado desde hace tres años del lado derecho de su cuerpo, y está preparando un trasplante de cara, además de otros cinco casos de ambas manos.

Luego, según nos cuenta Virginia, «están las operaciones privadas, igualmente innovadoras, a las que no se les da publicidad por respeto a la intimidad de los pacientes».

La Fundación Cavadas, que nació patrocinada por tres hermanos valencianos, el cirujano plástico y dos arquitectos y promotores, se dispone este verano a partir en su primera misión anual a África y organiza una segunda para finales de año.

El equipo estará entre el 26 de agosto y el 3 de septiembre en la zona norte de Kenia (lugar de Isiolo), operando anomalías y malformaciones casi imposibles, a la celérica velocidad media de cinco o más intervenciones diarias. Antes de que termine el año volverán en misión quirúrgica, esta vez a Uganda, lugar de Nienga. En Nienga jamás han visto un cirujano, ni siquiera saben lo que es un médico.

Todo empezó en el verano de 2003. Pedro Cavadas se citaba en el aeropuerto de Barajas con un médico entonces residente (Luis Landín), una anestesista (Pilar Taurá) y una enfermera instrumentista (Vanesa Alemany), y juntos embarcaban con destino a Nairobi, Kenia.

Habían seguido las huellas de un iluminado, el doctor Ken Jones, que finalmente resultó que sólo quería de ellos mejoras materiales para su montaje «altruista».

(«África está lleno de gente que hace de la beneficencia el negocio de su vida. Sólo te puedes fiar de las misiones religiosas», dice el cirujano. ¿Y usted es creyente? «¿Yo?, yo soy agnóstico por la gracia de Dios»). Pero siguiendo el camino equivocado que les condujo a Nukuro, luego a Bungoma o Marsabit, poblaciones del centro y oeste del país africano, también encontraron un pueblo, el keniano, en estado de emergencia sanitaria endémica.

Éste es el quinto viaje que emprenden, pero sus planes tienen grandes esperanzas de expansión. No tan grandes son las expectativas de crecimiento de sus fondos: se nutren al 99% de las operaciones privadas de cirugía plástica y reparadora del doctor Cavadas (unas 1.300 al año) y de los réditos que deja la explotación inmobiliaria del estudio de los arquitectos Virginia y Eduardo Cavadas; sólo el uno por ciento restante corresponde a donativos.

Tuvo que suceder una desgracia, bien es cierto y lo cuenta Virginia, para que los hermanos Cavadas alcanzaran a ver más allá de sus cuentas bancarias: «Todo arranca a raíz de la muerte de nuestro hermano Jaime, ingeniero de caminos, en un accidente de tráfico en 2001. Un golpe así te puede cambiar la vida, a nosotros nos la cambió. Te replanteas lo que de verdad importa.

Esto coincidió con el primer viaje de Pedro a Kenia. A su vuelta fue incapaz de volver a conducir su Porsche, lo vendió; todos vendimos nuestros coches estupendos, y nos metimos de lleno en este proyecto. Mira, nadie ha pagado una entrada más cara por nacer en el hemisferio Norte.

Y no se trata de convertirse en un anacoreta (no lo son), pero sí de ponerle sentido a la vida y mirar más allá». Eduardo, Virginia y Pedro, entre 33 y 41 años, son gente de buen porte y buen ver: su planta como único afeite.

A la vuelta de su viaje le esperan nuevos trasplantes dobles de manos: cuatro hombres y una mujer lo han solicitado. Entre ellos, uno ha finalizado los estudios preoperatorios y ha recibido ya el permiso sanitario que este tipo de intervención precisa, dada la envergadura del tratamiento inmunodepresor que el paciente necesitará de por vida.

Pedro Cavadas, que presta no sólo su habilidad sino su equipo e instrumental al Hospital La Fe de Valencia, confía en que pronto aparezca un donante idóneo. «Alguno de los nuevos casos será aún más complejo que el de Alba (Lucía Cardona, la mujer colombiana trasplantada el pasado diciembre), porque se trata de amputaciones a la altura de los codos e incluso más arriba», nos cuenta. Valentía, sí, «bastante valentía».

Le he preguntado al doctor que cuántas operaciones de estética (o sea de lujo) tiene que acometer para poder financiar la labor de la fundación: sus misiones quirúrgicas anuales en África, que a partir de este año se duplican; el desplazamiento, intervención y cuidados de enfermos en Valencia (ha llegado a tener bajo su égida, entre el hospital y su propia casa, hasta 15 muchachos africanos al tiempo), y su proyecto de formación de residentes. «Ni una operación de estética, cero pelotero. No me gusta la cirugía estética y no la practico». Lo suyo se llama cirugía reconstructiva.

Dicen que el doctor Pedro Cavadas se ha especializado en los casos que nadie quiere. Dice él mismo que es como «una papelera de reciclaje: al final he acabado dedicándome a lo que nadie quiere, sí, o porque son casos complejos o porque su patología es desagradable.

Normalmente me llegan los pacientes después de largos vía crucis por hospitales y clínicas, donde han terminado diciéndoles que su caso no tiene solución». Casos con los que él sí se atreve.

Pero, ¿y el límite?, o ¿es que no hay límite? «El límite está en mi libro, que es el concepto abstracto y dinámico que atañe a las publicaciones e innovaciones: si mi libro dice que el caso tiene mejoría, yo lo intento. Mi obligación es ofrecerle al paciente el mejor tratamiento 2007, o sea, al día de hoy».

Cavadas habla rápido, y es locuaz, como rápidas y firmes deben ser sus manos sobre los cuerpos mutilados, malformados: abre, empalma, sutura.

–«¿Cómo se siente cuando le llaman ‘doctor milagro’?».

–«Solemos reírnos (siempre en plural: fundación, equipo): llámame Mila».

Y el límite está también, claro, en la psicología del paciente. «Claro, claro... Es imprescindible que el paciente esté razonablemente bien de la cabeza, que sea estable.

Hay que huir del que no tiene un concepto claro de su anomalía y su posible recuperación. Pero a éstos sueles verlos venir, sólo alguna vez se te cuela uno. La verdad es que yo tengo pocos locos, muy pocos».

Así habla y así es este cirujano plástico, especialista en microcirugía y cirugía craneofacial, que nunca usa «disfraz de médico», o sea, bata. Estudió Medicina en Valencia y se doctoró cum laude en la misma universidad.

Hizo la especialidad de cirugía plástica y reparadora en el hospital universitario La Fe, aprovechando cualquier vacación, cualquier hueco para eso que él llama «formación continuada»; es decir, leer, estudiar y ver.

Estuvo en San Francisco, Detroit, Dallas, Alabama, qué sé yo, «mirando», dice, «sí, mirando. A EEUU se va a mirar. Luego tuve la suerte de que en La Fe podía poner en práctica todo lo que veía fuera».

Y mirando, viendo, practicando, aprendió a no tenerle miedo a casi nada, «sí, hace falta bastante valentía para hacer este tipo de cosas. ¿Que por qué lo hago? Hay personalidades que tendemos a meternos en líos, y yo me meto en todos los posibles, en buena lid, para hacer que esta profesión sea interesante».

Cuando el caso de Alba Lucía se dio a conocer en toda la prensa, primera mujer en el mundo trasplantada de ambas manos, él mismo dijo que se había permitido «un masajito de vanidad». Hace un par de meses, el Colegio Oficial de Médicos publicaba su intención de mirar con lupa los casos clínicos publicitados en los medios de comunicación ordinarios.

«Todos los reconocimientos son un masaje de vanidad, es humano, y los médicos somos humanos; y en el caso de los cirujanos, la vanidad, sí, es ya algo patológico. Pero si al mismo tiempo estás abriendo una vía importante para solucionar problemas a tus pacientes, pues resulta que en este caso la vanidad se convierte en algo positivo».

También le he preguntado al doctor Cavadas si sus campañas en África no eran en cierto modo un acicate publicitario, por lo llamativo del asunto: ¿Acaso no hay suficiente gente en España necesitada de sus prodigiosas manos, en Valencia sin ir más lejos? «España es un paraíso de bienestar comparativamente hablando, el nivel de necesidad es mínimo, irrisorio con respecto a África.

Si algo positivo tenemos en este país es la asistencia sanitaria a los más desfavorecidos. Además, yo tengo debilidad por el África subsahariana y del Este, no me preguntes por qué, no lo sé». Una actitud, la de Pedro Cavadas, que como él bien dice no hace sino aumentar lo que irónicamente denomina su «club de fans» (o sea, de detractores).

«El premio naranja no me lo van a dar nunca, no soy el más popular del mundo, pero como le digo a mis colaboradores: ‘Ladran, amigo Sancho, luego cabalgamos’. Nunca dejaré de llevar a cabo un proyecto por la envidia que suscite».

Penes amputados. Y así es que el doctor Cavadas, genio y figura, no sólo despliega misiones quirúrgicas en su África querida, sino que además se trae remesas de niños enfermos, niños, por ejemplo, cuyos penes han sido brutalmente amputados para cocer con ellos una pócima mágica que curaría el sida, tal es la creencia milagrera que corre entre algunas tribus.

Si la amputación no llega a producir su muerte y tienen la suerte de cruzarse en el camino de Cavadas, el cirujano les hace un implante que, asegura, tendrá funcionalidad y sensibilidad suficientes. Los opera aquí, porque allí es tarea imposible, y los mete en su propia casa para seguir su recuperación.

Ha llegado a tener hasta 10 niños juntos, con sus respectivos familiares: son las campañas de Navidad. «Sí, hay épocas, que duran hasta dos meses seguidos, en que mi casa se convierte en un hospital de campaña.

Pero yo no soy la Virgen María, de ningún modo, tengo mucho carácter, y a esta gente hay que enseñárselo todo, empezando porque los grifos, que algunos jamás han visto, además de abrirlos hay que cerrarlos, o que la luz se apaga cuando no se necesita, etcétera.

Pero si no haces este tipo de cosas por los demás la vida es demasiado convencional y aburrida. Ahora estoy intentando poner un poco de orden, y no traerme más de dos niños juntos», dice.

Pero al mismo tiempo intenta multiplicar las misiones quirúrgicas, aquí y allí, abrir nuevos caminos en la vecina Uganda (donde irán este año por vez primera) y traerse gente para prepararla, financiándoles el aprendizaje y la estancia de un año mediante lo que él llama «un pacto de caballeros».

Y lo explica: «Nuestra exigencia a cambio es que apliquen lo que les enseñemos en el terreno rural, que trabajen para la comunidad. Tenemos ya una candidata en Uganda, una monja». Y de nuevo aquello del agnosticismo: «Es que hay tanto farsante en estos lugares de miseria que, a la larga, sólo te puedes fiar de las órdenes religiosas».

Son las que llevan más tiempo en el terreno, suelen tener las redes de operación mejor tramadas y no les mueve otro interés que el bien ajeno.

Y en éstas, que Pedro Cavadas se nos escurre. Había llegado a la clínica hacía apenas hora y media, mordisqueando mendrugos de pan que fue desgranando de unas barras que traía bajo el brazo.

Le acompañaban su hermano Eduardo y su enfermera instrumentista, Vanesa Alemany, copartícipe de todos sus proyectos y, hoy por hoy, pareja sentimental del doctor; es decir, el otro palo que sostiene la casa convertida en hospital de campaña.

Pedro Cavadas tiene dos hijas de un matrimonio anterior, dos pequeñas chinas que le hacen dibujos para adornar su consulta y que le hacen muchas y bellas preguntas.

Y con aquellos bocados de pan rebotando en su estómago por todo alimento, el cirujano abandona la clínica: le espera una larga e intensa tarde de quirófano, operaciones como siempre duras. Le he pedido que formule un deseo antes de irse, y no lo duda: tiempo. «Porque además de leer, estudiar y operar, me gustaría hacer otras mil cosas y descubrir mil sitios del mundo».

Sobre la fundación, en www.pedrocavadas.com ; cuenta para donaciones: 0030 3050 91 0000106271; teléfono donaciones: 667 246 394.



    Su nuevo viaje a áfrica


    El equipo lo forman el cirujano Cavadas, la anestesista Taurá, la enfermera instrumentista Vanesa Alemany y un médico residente. Es su quinta misión en África.

    Isolo pertenece a una de las regiones más desérticas del norte de Kenia. Cuando llegan, el médico local ha organizado una lista primera de pacientes: tumores, malformaciones congénitas, fracturas mal resueltas, etcétera, que se someterán a su cirugía reconstructiva.

    El primer día ven todos los casos y sin perder un minuto empiezan a operar. A lo largo de su estancia, la voz se corre por los poblados y llegan otros muchos casos.

    El equipo se aloja en las viviendas del lugar, se alimentan de su comida y siguen sus costumbres, “no queremos parecernos a esas ONGs americanas que llegan, desembarcan, ponen todo patas para arriba y se van sin haber sentido sus problemas”, dice Alemany. En total, unos 70.000 euros de presupuesto por campaña.

    jueves, 20 de agosto de 2009

    lunes, 17 de agosto de 2009

    Exposición de Helmut Newton en La Fabrica Galería

    Exposición de Helmut Newton en La Fabrica Galería

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    jueves, 13 de agosto de 2009

    HISTORIA DE LOS RECORD DE PROFUNDIDAD EN APNEA (NO LIMITS)

    HISTORIA DE LOS RECORD DE PROFUNDIDAD EN APNEA (NO LIMITS)

    El presente texto corresponde a una síntesis de un artículo escrito por el profundista cubano Pipín Ferreras, el original puedes encontrarlo en su página oficial (en inglés)

    Mucho se ha escrito sobre la enigmática vida de Yorgos Haggi Statti, el primer profundista de la historia. En Junio de 1911, nos encontramos en la Bahía Pigadia, Karpathos, Mar Egea, en la embarcación Regina Margherita. La embarcación de la armada italiana está anclada. Una tormenta extraordinaria provoca que la pérdida del ancla y la cadena de fondeo a una profundidad de 77 metros. Después de varios días de intentos sin éxito para recuperarlos, uno de los tres buzos fallece, era el segundo comandante del “Georgio Poli”, y la armada italiana reporta su muerte como ocurrida por Black Out.

    Confundido, el capitán trajo un grupo de buceadores griegos pescadores de esponjas quienes disfrutaban de una gran fama como buzos excepcionales, ofreciendo una recompensa a quien pudiese encontrar el ancla.

    Uno de aquellos buzos era un enfermo, raquítico, insignificante hombre llamado Yorgos Haggi Statti, quien aseguró a todos que podría descender a 77 m, aún a 100 m, y que era capaz de retener la respiración por siete minutos. El se ofreció a recuperar el ancla a cambio de cinco libras esterlinas y el permiso extraordinario de pescar con dinamita. (En ese tiempo, la pesca con dinamita estaba reservada exclusivamente para la armada italiana). El comandante de la embarcación, escéptico con Yorgos debido a su apariencia insignificante, ordenó a los doctores a bordo someterlo a un exámen riguroso. Ellos escribieron el siguiente reporte: “Capacidad vital normal. Circunferencia de tórax: 92 cm, 98 cuendo inspira, y 80 al exhalar. Pulso: entre 80 y 90 por minuto; de 20 a 22 respiraciones por minuto, Peso: 60 kg, Altura: 1,75 m. Tienen efisema pulmonar”

    Los doctores le dijeron al capitán que tal hombre no debería bucear, dada la presencia de su enfermedad y la debilidad de su porte. Aún en vista de aquellas recomendaciones, Yorgos buceó tres veces aquel día a 77 m de profundidad, donde fue capaz de localizar el ancla y amarrar un cabo para recuperarla, convirtiéndose en el primer profundista en la historia.

    Durante la Segunda Guerra Mundial, las armadas francesa e italiana emplearon apneistas como buzos de combate, debido a que el regulador y los tanques de aire comprimido aún no se inventaban. Aquellos hombres eran entrenados para bucear grandes distancias mientras retenían la respiración con la finalidad de de localizar minas o instalar explosivos en los cascos de embarcaciones nazis fondeadas en el mediterráneo. Probablemente pensaban que contribuían a finalizar la guerra, pero no tenían idea que estaban creando los fascinantes comienzos del deporte de la apnea.

    La historia del buceo moderno comenzó cuando un capitán húngaro-italiano de la fuerza aérea, usando una máscara, esnórquel, aletas y utilizando un arpón de madera buceó 30 m frente a las costas de Nápoles en apnea. Después de alcanzar esa profundidad le entregó a otro buzo un tubo metálico conteniendo una nota para probar que había alcanzado tal profundidad. Este buzo era Raimondo Bucher, y su marca en 1949 marcó el comienzo de la edad dorada de los record mundiales.

    Jacques Mayol

    En 1951, dos nuevos campeones aparecieron en escena, Enio Falco y Alberto Novelli. Ellos robaron el record de Bucher descendiendo a 35 m. Aquellos dos, a quienes admiro profundamente, establecieron más tarde un record de 138 m en buceo con aire. En 1952 Bucher se desquitó estableciendo el record a 39 m y por primera vez fue filmado por una primitiva camara submarina de 16 mm. Es interesante señalar que como parte del equipamiento de Bucher, el estaba utilizando el proptotipo de un esnorquel moderno. A final de los 50, Falco y Novelli habían vuelto a quebrar el record, esta vez descendiendo a 41m.

    La siguiente era de las competencias de apnea comenzó en los 60 con la aparición de cinco campeones. Ellos fueron Amerigo Santarelli, Enzo Majorca, Tetake Williams, Robert Croft y Jacques Mayol, los últimos tres fueron la pesadilla constante para Enzo hasta que el finalizó su carrera. Williams era el estruendo del volcán, Croft la lava ardiente de su primera erupción, y Mayol el terremoto sin terminar. En 1960, el brasileño Amerigo Santarelli entró en escena venciendo el record de Falco y Novelli decendiendo a 43 m en aguas de Brasil para luego alcanzar los 44 m en Circeo Rivera. A finales del mismo año uno de los más grandes campeones del buceo libre comenzó su carrera de recordman.

    El era el italiano Enzo Maiorca, se caracterizó en su carrera por realizar muchos descubrimientos en ayuda del deporte en sus 30 años de práctica. En el mismo año, Enzo primero quebró el record de Santarelli, buceando a 45 m. Y más tarde quebró su propia marca en tres buceos consecutivos. El primero fue a 46 m en Santa Margarita; el segundo fue en Siracusa, su ciudad natal, donde alcanzó 49 m. El tercero lo repitió en su hogar descendiendo a 50 metros, como queriendo demostrar al mundo que no existía obstáculo o persona que pudiese interponerse en su camino.

    En 1961, a la luz del glamour de Enzo, Santarelli decidió retirarse, y permaneció en paz por cuatro años. Al mismo tiempo Enzo quebró nuevamente su propio record, esta vez buceando a 51 m en la isla de Ustica, retornando a superficie en perfectas condiciones. Tres años más tarde, en 1964, Enzo despedazó otra vez su marca alcanzando los 53 m en Siracusa. En 1965, en Acireale, Italia, buceó a 54 m, incrementando su marca en un metro en lo que sería su último buceo antes que el volcán explotara y el terremoto asolara al mundo.

    Fotografía tomada del sitio de Alexander Tsirkas

    Septiembre de 1965. Polynesia. Tetake Williams apareció en el horizonte, yo lo comparo con el primer estruendo del volcán. El buceó a 59 m. Luego, en Junio de 1966, llegó el terremoto. Jacques Mayol, otro gran campeón quien dedicó 30 años de su vida al océano a quien asignamos uno de los mayores hitos, el quebrar la barrera de los 100 m, buceó a 60 m en Freeport, Bahamas. A fines de 1966, Enzo, alarmado por los nuevos buzos, alcanzó los 62 m. En 1967 el volcán hizo erupción, en la forma del buzo americano llamado Robert Croft quien quebró el record buceando a 64 m causando de nuevo la alarma del maestro. En el mismo año, 1967, Enzo viajó a Cuba para alcanzar el record de Bob, fue la primera vez que escuché de records, profundidades y el gran azul.

    Las técnicas y características de Enzo y Bob eran diferentes. Bob era fuerte y robusto. Su capacidad pulmonar era 9,5 litros y descendía sin traje, sin ningún tipo de máscara o aletas, para volver se empujaba a sí mismo guiándose por un cabo empleando sus brazos. Fue Croft quien más tarde inspiró al personaje de series de televisión, Aquaman. Yo consider a Enzo como un poeta romántico del abismo, era parecido a Tarzan, pero descendía empleando todas las últimas técnicas disponibles en la industria. Ambos contrastaban fuertemente con el hombre a quien yo llamo el gran intelecto del gran azul, Jacques Mayol era físicamente insignificante pero sicológicamente poderoso. El fue uno de quienes introdujeron el yoga en la disciplina para compensar el poderío físico de sus oponentes. El era también el más astuto en el manejo de su imagen pública.

    En aguas de Fort Lauderdale (Florida), en 1967, Bob sonrió nuevamente descendiendo a 67 m, Jacques Mayol asistió al evento estudiando su estilo. Solo unos pocos días mas tarde, en medio de una gran publicidad Mayol, buceó en la misma localidad alcanzando los 70 m. En 1968, Croft, a pesar que ya había desarrollado una efisema pulmonar que terminaría con su carrera, recapturó el cetro alcanzando los 73 m.

    En 1969, Enzo volvió a escena, recapturó el record con una inmersión a 74 m. Un mes mas tare, en medio de un gran despliegue publicitario, Mayol se exhibió en Japón, descendiendo a 75 y 77 m consecutivamente, terminando así la segunda y tormentosa era del buceo libre.

    En los primeros años de los setenta, Enzo alcanzó tres nuevos records que para su infortunio no fueron bien cubiertos por la prensa internacional, ésta no entendía muy bien lo significante de cada marca. Enzo buceó a 77 m en 1970, alcanzó los 78 m en 1971, para descender finalmente a 80 m en 1972. En 1973, Mayol se había trasladado a la isla italiana de Elba, formando un equipo asistente que lo acompañaría por el resto de su carrera. El líder del grupo los “bucaneros”, se distinguiría como entrenador y manager no solo de Mayol, sino de otros campeones como Angela Bandini y Umberto Pellizari.

    Mayol buceó a 85 y 86 m el mismo año, proclamando al mundo que no quería competir con Enzo Maiorca, sino que solo quería usar el buceo con fines científicos. Para atraer más prensa Mayol permitió que fuera sometido a varias pruebas sanguíneas tomadas a distintas profundidades. En 1974 Enzo descendió a 87 m en presencia de oficiales italianos. Un año después Mayol descendió a 92 m, quebrando la marca en cinco metros con el pretexto que era por investigación medica. En 1976 fue el primer hombre que quebró la barrera de los 100 m.

    A lo largo de 27 años de records de apnea, los hombres sobrepasaron lo que los doctores pensaban era el límite para las inmersiones. Ellos pensaban que no se podía ir más allá de 50 m, sin embargo solo las marcas se superaron en 70 m, desde el primero a 30m hasta los 100 m de Mayol.

    Después del buceo a 100 m por siete años hubo una relativa calma en el deporte, Enzo se había desmoralizado y aunque lo intentó en varias ocasiones no pudo quebrar la marca. En 1983, Mayol alcanzó los 105 m venciendo su propio record. De ese modo finalizó su carrera.

    Como pie de página, Enzo volvió en 1988 y logró quebrar la barrera de los 100 m, un año después intentó alcanzar los 105 m pero solo logró los 101 m. Después de fallar dicho intento, se retiró del deporte.

    En 1989 en la isla de Elba, Angela Bandini se preparaba para ser la primera mujer en quebrar el record de buceo profundo de un hombre, el de Jacques Mayol, Bandini logró un buceo de 107 m. Nunca volvió a bucear otra vez luego de quebrar dicha marca.

    El mismo año me dirigí a Italia con la finalidad de establecer un nuevo record, los 112 m, en Julio de 1991 establecí una nueva marca en peso variable, los 115 m de profundidad. No solo fui el primer caribeño en alcanzar el record en las frías y desconocidas aguas del mediterráneo (utilicé un traje de 7 mm, y me fue dificultoso aclimatarme a los cambios de temperatura por efecto de la termoclina) sino que fue la primera ocasión que un record fue transmitido por televisión.

    La marca no duró mucho, el mismo año Pellizari alcanzó 118 m, devolviendo el título a los italianos después de muchos años. En 1993, volví a Italia y recapturé el cetro con un dificultoso buceo a 120 m, dos días antes, mientras entrenaba, sufrí un peligroso accidente que me causó inconciencia por 22 segundos. Después de mi buceo, Pellizari estableció una marca de 123 m. En el mismo año el record se quebró en tres ocasiones hecho inédito en la historia del buceo libre.

    El último record que establecí, de 133, 2 m no ha sido sobrepasado al momento en que escribí estas líneas, mi largo camino para quebrar los 150 m no ha terminado, con paciencia y un poco de suerte la alcanzaré al final del siglo.

    Las últimas marcas de que tenemos noticia al momento de escribir este relato las alcanzaron Gianluca Genoni (italiano), quien logró una marca de 135m de profundidad en Sardegna (Italia) en 1998, y Loic Lefeme quien en 1999 en la localidad de Saint Jean Cap Ferrat (Francia) se sumergió a 137 m.

    Umberto Pelizzari

    El 24 de Octubre de 1999, en la ciudad de Genova (Italia), el italiano Umberto Pellizari rompió la barrera (y el sueño de Pipín) de los 150m, el cubano anuncia venganza para Enero del 2000, donde intentará llegar a 152m de profundidad en la ciudad de Cancún (México). En la misma fecha, la profundista Audrey Mestre intentará quebrar su propia marca (115m), intentando descender a 118m.